Ser un buen profesional en un mundo en el que la vida te envuelve y los estigmas te empapelan, los estereotipos vuelan al gusto del observador y limitan las relaciones humanas por prejuicios irracionales que se escapan del raciocinio y se cuelan en tu mente amparados por estadísticas de números fríos y generalizadores, los cuales encarcelan en el redil a todo ganado con mismo olor, pelo y pensar.
Generalizar, la mayor torpeza en nuestro días, si a ello le sumamos los brotes xauvinistas que existen en esta sociedad judicial ya llegamos a la mayor catetada conocida por el ser humano desde que el mundo es concedido por lo que es; nos encontramos ante prejuicios encasillados según cual sea tu nación, entonces tu pensar es condicionado por si naciste de Pirineo hacia norte o sur, tu forma de actuar cambia según ese límite imaginario, recuerda que nadie eligió donde nacer, aprecia el mundo que saboreas, reivindica un mundo mejor para todos, participa en un cambio social en el que la solidaridad acabe con la caridad y en el que las columnas se hallen tumbadas, que se mire por igual y que nadie te escupa desde arriba o tenga que bajar a llenarte el plato.
La solidaridad de nuestros días pasa por que los muros de pensamientos caigan de nuestra imaginación que pateemos la mente en busca de conceptos abstractos que salgamos de los libros y miremos la realidad desde ningún prisma, recuerda que los mundos son heterogéneos entre sí, la vida es más compleja de como la encasillan en el banco de como la resumen en tu manual, la vida te enseña que los colores están para algo pero que ellos no gritan por la diversidad, el mundo de los colores, el juego de las formas, los mendigos de palabras saben más del saber que el doctor de novelas.
Pero si con esto creemos que vamos a lograr la equidad en el pensamiento humano vamos equivocados, la equidad de pensamientos, el chip mental no funciona, y menos mal que no es así, la sociedad es plural y las políticas liberales, vivimos en un mundo en el que o bailamos al ritmo que nos marcan o estamos fuera del juego, o jugamos para el mercado o el mercado nos succiona en el mapa, aunque esta comparación sea a grandes magnitudes la podemos trasladar a la sociedad asocial con la que nos encontramos cada día, con la que convivimos en la escalera a diario, los sistemas están preparados para que intentes ser el mejor y sin miramientos para conseguirlo, eso sí ni se te ocurra llevarle la contraria al mercado para ello, ese ente imaginario pero que guía nuestros días, ese legitimador no legitimado por el pueblo; vivimos en la sociedad de la competitividad somos mercancía en manos de un sistema, somos el producto de una cadena de montaje y así nos va, el mal del vecino no es mal hasta que no nos salpica, la vida se nos va y no hemos colaborado en nada, vivimos en un mundo en el que el fin justifica los medios, que gran frase se inventaron en su día algunos políticos para legitimar al mercado, así nos va.
(Enrique González Martín)